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Oviedo se acicala para la semana de los "Príncipe"

Viernes 18 de Octubre de 2013
J.C.M. / P.R.

Oviedo ultima detalles para la semana de los Premios Príncipe de Asturias que el lunes dará comienzo para acabar el viernes, en la gran ceremonia de entrega de los galardones.

Los centros de atención volverán a ser un año más, el Hotel de la Reconquista, donde uno a uno irán llegando los distintos ganadores. El Teatro Campoamor será el otro lugar de la capital sobre el que se centren todas las miradas.

En su entorno se realizan estos días todo tipo de preparativos, entre ellos las inspecciones de seguridad, que en estas fechas se acentúan. Las revisiones llegan incluso al sistema de alcantarillado que ya ha sido revisado y cuyas tapas han comenzado a ser selladas. El trabajo de los agentes de Policía se intensifica en los días previos y en las jornadas clave para garantizar la seguridad en el transcurso de los Premios Príncipe de Asturias.

Las caras de los galardonados han empezado a tomar también las calles de la capital a la espera de que hagan acto de presencia en el principado, donde una intensa agenda les acercará a la sociedad

La Fundación Príncipe, una factoría cultural de Asturias

La Fundación Príncipe de Asturias afronta el mes de la entrega de sus premios con la ambición de potenciar la imagen del Principado y de España

-¡Lo tenemos!

Luisa Álvarez Cienfuegos, secretaria técnica de la Fundación Príncipe de Asturias , lanzaba esta exclamación de alegría hace tan sólo un par de semanas. Teresa Sanjurjo, la directora, sonreía. Las piezas seguían encajando. El director de cine, guionista y dramaturgo austriaco Michael Haneke, premio «Príncipe de Asturias » de las Artes, había dado el sí definitivo a su intervención en la ceremonia de entrega de los galardones, que se celebrará el 25 de octubre en el teatro Campoamor. Sólo faltaba su respuesta. Los otros tres premiados -Antonio Muñoz Molina (Letras), Annie Leibovitz (Comunicación) y Saskia Sassen (Ciencias Sociales)- ya lo habían confirmado.

A Haneke, dicen, no le gustan demasiado los actos sociales -aunque sorprendió al mundo asistiendo a la pasada ceremonia de los «Oscar», en la que su película «Amor» optaba a cinco candidaturas-, pero está muy agradecido por este galardón. Carlos Hernández-Lahoz, jefe del área de premiados y candidaturas, la persona que hace todo el recorrido de los galardonados desde que se activa su candidatura, lo visitó el pasado verano en su casa en Austria.

«Está encantado con el premio, es consciente no sólo de su importancia sino del bagaje cultural de España, un país que él considera una potencia en esta materia. Además, una de sus referencias intelectuales es el humanista George Steiner, "Príncipe" de Comunicación y Humanidades en 2001», afirma.

El trayecto anual de la Fundación Príncipe de Asturias que finaliza con la entrega de sus premios -ocho, más el de «Pueblo ejemplar»- suele iniciarse el lunes siguiente a esos actos, tradicionalmente los últimos viernes y sábado del mes de octubre. Ese día, Teresa Sanjurjo, que capitanea su cuarta edición como directora de la institución, solicita el parecer a todos sus colaboradores sobre el resultado de una semana de vértigo. Es lo que ella llama «opinión en caliente».

«Procuro hacerlo en dos fases. En la primera, pregunto a todo el mundo y, al cabo de un tiempo, volvemos a hablar de ello y vemos si aquello que habíamos dicho inicialmente son cuestiones circunstanciales o que hay que analizar más reposadamente».

El día siguiente, al final del ciclo, cobra gran importancia para la Fundación. «Estoy convencido de que es entonces cuando surgen las verdaderas oportunidades para Asturias y para España. Gestionar eso es un reto para todos, no sólo para la Fundación; yo lo veo como una nueva industria cultural para la Asturias de hoy. Debemos estar dispuestos a capitalizar esos resultados», dice Carlos Hernández-Lahoz.

Envío de convocatorias, recepción de candidaturas, reuniones de los jurados, contacto con los premiados, preparación de actividades, protocolo, invitaciones, menús, estrechamiento de relaciones con anteriores galardonados, difusión mediática de la Fundación y de sus premios, y programación musical, tanto de sus coros como de la Escuela Internacional, son algunas de las tareas que ocupan a la veintena de trabajadores de la institución. Una plantilla que, este mes, prácticamente se duplica.

En los primeros años de este siglo, la Fundación Príncipe de Asturias abrió un nuevo camino que, en los últimos años, parece consolidarse: la programación de actos singulares durante la denominada Semana de los Premios, protagonizados por los galardonados y abiertos a todo el público. El equipo, sin duda la primera factoría cultural del Principado, quiere proyectar una potente imagen de Asturias y de España hacia el mundo, un sello de distinción que actúe como valor añadido. Una marca Asturias que vuelva la mirada de los otros hacia este pequeño Principado. La institución ha activado en estos últimos tres años su relación con los premiados, con resultados «espectaculares», dicen.

«No se trata de organizar conferencias sino de realizar un esfuerzo para hacer una semana de actos abierta a todos, con participación y colaboración de muchos. Son cinco meses de trabajo. La sociedad asturiana tiene un buen nivel cultural e inquietudes y creo que valora lo que hacemos», subraya Teresa Sanjurjo.

Si algo une este año a los galardonados, eso es, a juicio de Matías Rodríguez Inciarte, «el profundo humanismo que proyecta su obra». El presidente de la Fundación Príncipe de Asturias cree que la ceremonia de los premios siempre es «emotiva y brillante». «Oviedo y Asturias entera se vuelcan para dar a este acto una dimensión especial, y estoy seguro de que en este año van a mantener una excelente trayectoria», subraya.

«Una de las cosas que me preocupan es que se confunda el sentido último de los premios con el oropel. Lo que estamos haciendo es reivindicar un año tras otro que los valores ejemplarizantes tienen que estar en el centro del sistema y eso, que parece intangible, es lo que importa», indica Teresa Sanjurjo. Y añade: «Para conseguir nuestros ocho premios y el del "Pueblo ejemplar" hay horas y horas de trabajo y de voluntad. No me atrevo a decir que trabajamos mucho, pero sí a decir que tenemos una profunda convicción en lo que estamos haciendo, con un sentido del deber muy claro y mucha ilusión».

El presupuesto anual de la Fundación es de 5,3 millones de pesetas, de los que el 80 por ciento procede de financiación privada. El apoyo institucional ha ido cayendo en los últimos años. El Ayuntamiento de Oviedo continúa siendo el que más aporta (350.000 euros), seguido del Gobierno del Estado (300.000 euros) y del Ejecutivo asturiano (85.000 euros). Los datos económicos generales figuran en la web de la institución desde hace dos años. La transparencia es una bandera de la directora. «Estamos muy agradecidos, tanto a los patronos como a las instituciones. No son años de pedir, son años de trabajar el doble y agradecer todo el apoyo», indica Teresa Sanjurjo.

Gustavo González-Izquierdo, responsable del área de administración y finanzas, es el encargado de ajustar las «brillantes» ideas a los costes. «Una Fundación no deja de ser una empresa, lo más complejo es que aunque parece que cada año los premios son iguales, no tiene nada que ver una edición con otra. Creo que, pese a la disminución presupuestaria de los últimos años, hemos logrado mantener la calidad. Ésa es nuestra línea roja».

La música es otro de los aspectos que se cuidan con mimo. El concierto anual de la víspera de los premios, presidido por los Príncipes de Asturias , será este año un homenaje a Wagner, con motivo del bicentenario de su nacimiento. El Coro de la Fundación Príncipe de Asturias y la Sinfónica de Asturias estarán dirigidos por Jonas Alber. «Aumentar el repertorio y mejorar la calidad día a día son los objetivos para los que se trabaja sin descanso», afirma Luis Heres, Secretario del área musical.

En el equipo, son habituales las referencias a la filosofía de los premios implantada por su fundador y primer director, Graciano García, hoy director emérito. «No se me olvida que me dijo que nunca debía faltar la emoción en los premios, y también que me dejaba un gran equipo, y es cierto», señala Teresa Sanjurjo. «Siempre tuvo una gran visión de futuro, iba veinte pasos por delante y creo que, entre todos, lo hemos hecho bien», indica Luisa Álvarez Cienfuegos.

La secretaria técnica de la Fundación es la memoria de la institución. Lleva 32 años organizando el protocolo, las invitaciones, los viajes, el alojamiento de los premiados y sus acompañantes -a cada uno de ellos se le permite un cupo de diez invitados - y la gestión de menús. Conoce y ha vivido la intrahistoria y acumula anécdotas, la mayoría de las cuales prefiere silenciar.

A la hora de elegir una imagen se queda con una que se repite cada año: la entrada en el teatro Campoamor de la Reina y de los Príncipes de Asturias . «Es como decir, ya está, para esto hemos estado trabajando tanto tiempo». Hay otra más: la sorpresa que experimentan los premiados ante la reacción de la calle y los aplausos que reciben. «¿Esta gente está ahí por nosotros?», me preguntan». Y añade: «Incluso Fernando Alonso, tan acostumbrado al público, se sorprendió. La acogida de la gente es uno de nuestros mejores valores».

«Lo más importante que se puede decir de la trayectoria de la institución es que no ha renunciado nunca, pese a las presiones, a los valores con los que nació, que son buscar la ejemplaridad allá donde esté, en cualquier parte del mundo. Para mí ése es su gran logro y lo que le ha dado el respeto y la admiración de todo el mundo», dice Graciano García.

Sanjurjo sólo tiene tres años de recuerdos, pero son intensos. Ha conocido a premiados, ha viajado a sus casas. Nunca olvidará el relato de aquel héroe japonés de Fukushima sobre cómo habían evacuado a 600 personas de un hospital. La esposa del científico Giacomo Rizzolatti y ella misma, atentas a la explicación, le comentaron que en España y en Italia, la gente solía expresar su apoyo con gestos. Y Sanjurjo le tocó el brazo a él, algo in usual en Japón. «Se quedó parado, nos dijo que le gustaba esa forma de transmitir sentimientos y nos tocó a las dos el brazo. Los tres nos emocionamos».

En el año 2003, la primatóloga Jane Goodall obtuvo el «Príncipe de Asturias » de Investigación. Uno de los periodistas que vinieron a cubrir la información era de Tanzania. En el avión le perdieron la maleta y la Fundación le compró ropa en Zara que él lució en todos los actos exhibiendo las etiquetas. Le gustaban los colores de las mismas y no quiso quitarlas. Fue el periodista que transmitió desde la sala de prensa la primera crónica radiofónica de la ceremonia de entrega en swahili. Cuando terminó, todos los demás lo aplaudieron.

Es una de las anécdotas que recuerda Rubén Vigil, jefe de comunicación y prensa de la institución, el responsable de las relaciones con la prensa. La tarea diaria es intensa aunque llevadera, pero cuando se aproxima la Semana de los Premios, los nervios aumentan. Su objetivo es que «no haya ninguna noticia negativa relacionada con la Fundación y los premios, y que los mensajes que se transmitan desde el teatro, a través de los discursos, sean entendidos y lleguen a la gente». ¿Lo más complicado? «Decir que no a un periodista; y muchas veces es un no que no sale de nosotros, sino del premiado», afirma.

En su agenda de esta semana, entre otras cosas, figura la entrevista que el próximo martes la CNN realizará a Teresa Sanjurjo en un programa que se emite en «CNN en español» en la Costa Este de los Estados Unidos y gran parte de América Latina. «Que yo sepa, es la primera vez que esto ocurre», dice.