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El trabajo del Instituto Max Planck es socialmente rentable
Por la izquierda, Weißenbacher, Ryu y Sahmoradi, en el Reconquista. / Miki López

El trabajo del Instituto Max Planck es socialmente rentable

Tres jóvenes científicos del centro alemán galardonado explican y defienden el alcance de sus estudios

Miércoles 23 de Octubre de 2013
Oviedo, Javier Neira

Los científicos del Instituto alemán Max Planck, premio "Príncipe de Asturias" de Cooperación Internacional, venden su marca en cuando ponen un pie en Oviedo, a media tarde de ayer.

Ali Sahmoradi, doctorando en medicina experimental -trabaja en la ciudad de Gotinga-, explica que tienen "toda una sección que investiga en humanidades". Soojin Ryu, jefa de equipo de investigación médica, con sede en Heidelberg, indica por su parte: "Somos científicos, nuestro trabajo consiste en descubrir enigmas". Y Matthias Weißenbacher, doctorando el física, se explaya: "Trabajo en física, lo que hago puede que no tenga una clara aplicación, al menos inmediatamente. Pero sí en cincuenta años. La gente me pregunta para qué sirve lo que hago. Creo que la investigación básica es importante para el conocimiento aunque no tenga aplicación, eso es lo que aportamos a la humanidad".

Trabajan a gusto en el Instituto Max Planck. Con flexibilidad. "La ciencia es creativa" explica Weißenbacher, "hay días en que no te sientes productivo y no trabajas diez horas salvo que debas terminar algo. Tenemos horarios variables, podemos trabajar a medianoche y después llegar más tarde, a las diez de la mañana, al despacho. Es más creativo y beneficioso ese planteamiento. Estudio la teoría de cuerdas, un área importante de la física teórica. Es la más prometedora. Cuantifica la gravedad y las otras tres fuerzas de la naturaleza". Cita a Witten como el máximo exponente mundial de la teoría de cuerdas y a divulgadores como Greene, aunque prefiere "no dar nombres para no crearme enemigos", añade con inteligencia y gracia. Y sentencia: "Hasta la fecha no hay nada mejor en el mercado".

Soojin Ryu es neurobióloga, quiere saber "qué ocurre en nuestro cerebro cuando estamos en condiciones de estrés. Es un problema tremendo de la sociedad moderna. Estudio modelos animales. Básicamente cuando estamos bajo estrés se producen hormonas que cambian nuestros comportamientos a nivel cerebral. Pero los humanos producimos esas hormonas aunque no hagan falta. Los animales sólo lo hacen cuando es importante, cuando, por ejemplo, está en peligro su vida. Nosotros, sin embargo, al buscar trabajo o estudiando para un examen producimos esas hormonas. No sólo cuando está en peligro nuestra vida. Por eso estudiamos a los animales para ver qué nos ocurre".

Sahmoradi también analiza el cerebro "investigando las funciones cerebrales y sobre todo la memoria. Trabajo sobre la forma en que se almacenan los recuerdos y cómo se puede mejorar la memoria frente a enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia".

La curiosidad interdisciplinar salta inmediatamente entre los tres investigadores. El físico Weißenbacher pregunta a la neurobióloga Soojin Ryu cómo se provoca el estrés en los animales. "Cualquier cambio brusco, dramático, que se produzca en su entorno lo desata", responde Ryu, "tiene un rango de normalidad, pero cualquier cambio brusco de temperatura o de lo que sea lo modifica muy rápidamente", añade. Sahmoradi abunda: "Incluso al cambiarlos de jaula se estresan". El caso es que, continúa Ryu, "son las mismas hormonas, humanas o animales, aunque sigan vías distintas. Se elevan y producen estrés. Son muy antiguas, los animales muy básicos las producen. En el ser humano se activan en condiciones distintas. Eso no les ocurre a los animales. Si se comprende el estrés en los animales se podrán extrapolar los conocimientos al ser humano. Los animales recuperan pronto. El estrés sube y baja muy rápido. Pero si es muy marcado y sube muy fuerte entonces tarda más en volver a los niveles basales. Hay muchas diferencias entre unos individuos y otros".

¿Qué diría Planck, padre de la teoría cuántica, sobre la moderna teoría de cuerdas? Weißenbacher, prudente, opta por el silencio: "No puedo hablar en su nombre".

El galardón, en todo caso, les estresa. "Sabía que era un premio muy importante", indica Soojin Ryu, "pero no era consciente de que iba a haber gaitas esperándome. Traje a mi hija, que es muy pequeña. Vomitó en el coche, en mis manos, y al poco tenía que dar la mano al llegar. Saqué unos pañuelos y me limpié como pude. Fue un día especial porque me perdieron mi maleta. Llevo viajando desde las cuatro de la mañana. Salí de Manchester y he estado en tres países distintos".

A la pregunta de ¿cuándo dejarán de pedir dinero los científicos?, Matthias Weißenbacher responde categórico: "Nunca. Espero que nunca sepamos todo, que es el fin que persigue la ciencia. La cuestión es: ¿cuánto estás dispuesto a pagar por ese conocimiento? Como físico teórico mi posición es distinta, pero vosotros dos estáis mucho más cercanos a las personas y sus problemas y veis las demandas concretas. Además, nunca se sabe. Cuando se descubrió la electricidad los políticos se preguntaban qué podía hacer por la humanidad. En los últimos cien años la física teórica llevó a conocimientos profundos y ayudó a abrir otras teorías a partir de estructuras básicas. Encontrar algo y comprobarlo lleva decenas de años, como fue el caso de Higgs y la comprobación experimental de su bosón. Es un ejemplo de los grandes pasos que ha dado la física en un siglo".

Ali Sahmoradi indica a su vez que "la ciencia es algo muy bello y, aunque no lo veamos, al final siempre da un valor importante a los seres humanos. Todo lo ganado por la ciencia acaba positivamente. Los logros actuales derivan de una investigación básica. La pregunta es si a la sociedad le merece la pena pagar por la ciencia. Es importante señalar que estamos en Oviedo representando a un conjunto de 6.000 investigadores que, juntos, formamos una gran institución como el Instituto Max Planck".