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«La gran pregunta es cómo el estado emocional nos hace más vulnerables a la enfermedad»

Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

El estadounidense David Julius (Brighton Beach, Brooklyn, 1955) recibirá el próximo viernes, junto a Baruch Minke y Linda Watkins, el premio «Príncipe de Asturias» de Investigación Científica y Técnica por sus investigaciones acerca del dolor.

–¿Qué significa en su carrera el premio «Príncipe de Asturias»?

–No creo que nadie se dedique a la ciencia con el fin de ganar premios. Pero lo importante de un premio de este tipo es que la sociedad reconoce lo que haces y comparte la emoción del descubrimiento. Para los miembros de mi laboratorio y de mi instituto es como establecer una conexión con el resto del mundo.

–Usted investiga en la misma Universidad que Arturo Álvarez-Buylla, de origen asturiano.

–Arturo Álvarez-Buylla es uno de los líderes en el estudio de las células madre en el sistema nervioso. Su laboratorio ocupa el espacio que antes ocupaba el mío. De hecho, nos conocimos en la mudanza. Está haciendo un trabajo muy elegante en la comprensión de cómo las células madre del sistema nervioso son capaces de regenerar células nerviosas en el adulto.

–El dolor es necesario para la supervivencia de las especies. Entonces, ¿qué tipo de dolor hay que combatir?

–Hay que luchar contra el dolor crónico. El dolor es un componente muy importante de nuestro sistema de alerta, pero en el momento en que se convierte en crónico sobrepasa su utilidad como mecanismo de advertencia. Es difícil convivir con el dolor que persiste después de curarse la lesión. Ese es el tipo de dolor que queremos erradicar. ¿Ejemplos? El dolor crónico de espalda, la neuralgia posterior a una infección por herpes, el dolor intestinal como síndrome del colon irritable, migrañas...

–¿Por qué el sufrimiento moral puede causar dolor físico y enfermedad?

–Uno de los aspectos más complejos del estudio y el tratamiento del dolor tiene que ver con el componente emocional y psicológico. Pero esto no se limita al campo del dolor:_el estado psicológico y emocional tiene mucho que ver con la salud, ya sea con el dolor o con cualquier otro tipo de alteración. Una maravillosa pregunta en la medicina es cómo el estado emocional afecta a nuestra susceptibilidad a las enfermedades. Sabemos que cuando estamos deprimidos somos más vulnerables a la enfermedad. Sabemos que hay una relación entre el sistema nervioso y el sistema inmunológico. Quizás en el dolor es más visible que en otros campos. Uno de los retos a la hora de diagnosticar un trastorno de dolor y comprender la génesis de estos síndromes es comprender su relación con el componente emocional. El dolor tiene mucho que ver con la señalización en el cerebro y las interacciones con los centros emocionales. Sabemos muy poco de estas interacciones. Por experiencia sabemos que si tienes dolor te cuesta pensar en otra cosa que no sea tratar ese dolor. Te distrae y es casi imposible mantener un ritmo de vida normal. El dolor tiene un efecto muy debilitante sobre el estado psicológico y esto puede convertirse en la pescadilla que se muerde la cola.

–¿Sueña con un mundo sin dolor innecesario?

–Sí, sobre todo cuando yo mismo he padecido dolor innecesario. Hace unos años sufrí un espasmo muscular en la espalda y durante un día entero no pude salir de la cama. Fue la primera vez que realmente comprendí lo debilitante que puede ser eso. Y lo primero que pensé era: como esto no mejore podría encontrarme atrapado así durante semanas y meses sin poder ir a trabajar ni jugar al tenis ni nadar ni estar con mi familia. Me di cuenta de que algo así te cambia la vida en un segundo. Si el trabajo mío y de otros colegas aporta algo a estas situaciones será una contribución magnífica. Conozco a muchas personas con síndromes de dolor crónico y sus vidas cambian radicalmente.

–¿Cabe pensar en una píldora que suprima cualquier dolor indeseado?

–Al igual que el cáncer, el dolor no es un único trastorno. Hay muchos tipos de dolor, deberíamos hablar de dolores: el dolor de jaqueca o migraña no es lo mismo que el dolor del intestino irritable ni de la lumbalgia. Habrá unos elementos comunes a todos los dolores, pero distintos procesos fisiológicos implicados en cada uno. Sería un error soñar con un tratamiento –ni dos ni tres– que pudiera resolver todos los síndromes de dolor crónico.

–¿Qué son los nociceptores? ¿Cómo funcionan?

–Los nociceptores son las primeras células que detectan los estímulos dolorosos: lo caliente, lo frío, un pellizco... Una vez que detecta ese estímulo envía señales a la médula espinal y, en último lugar, al cerebro para que se pueda percibir como un estímulo apropiado.

–¿De qué depende la mayor o menor sensibilidad al dolor?

–Cuando, por ejemplo, te quemas al tomar el sol y alguien te toca la espalda muy suavemente lo percibes como algo muy doloroso. Y si te tomas una ducha a una temperatura habitualmente confortable ahora te resulta muy dolorosa. El motivo de ese cambio de percepción es que esta quemadura de la piel provoca la producción de unas señales de lesión, de inflamación, que actúan sobre las fibras nerviosas y los nociceptores, lo que hace que seas más sensible al tacto. Hay cambios en el entorno químico de los tejidos dañados –en este caso la piel con la quemadura– que hacen que el nociceptor sea más sensible a los estímulos. La consecuencia es que cosas que no suelen provocar dolor ahora se perciben como dolorosas.

–¿Qué fármacos analgésicos son más eficaces?

–A mi juicio, los analgésicos más efectivos son los antiinflamatorios no esteroideos, como la aspirina, el ibuprofeno... Y después, para el dolor más grave, la gente sigue tomando opiáceos. Estos dos tipos de analgésicos, al igual que otras moléculas con las que trabajamos, se descubrieron por vez primera en plantas. La aspirina sale de la corteza del sauce blanco y los opiáceos son producto de la amapola. Estamos limitados básicamente a estos dos tipos de analgésicos. Uno de nuestros objetivos es introducir nuevas moléculas que inspiren el desarrollo de nuevos grupos de analgésicos distintos a los que ya hay, porque cada uno tiene sus efectos secundarios. Nos gustaría disponer de fármacos que actúen de otro modo, para que haya otro perfil de efectos secundarios, o ningún efecto secundario, que sería lo mejor. Es uno de los objetivos terapéuticos del trabajo que desarrollamos.

–La gestión del presidente Obama está siendo cuestionada. ¿Cómo la valora en el ámbito científico y en términos globales?

–Déjeme pensar un poquito... Creo que lo que está tratando principalmente el presidente es la economía, al igual que la mayoría de los líderes mundiales. Y la economía incide en todo, también en la financiación de la ciencia. Otros aspectos, como el empleo de las células madre implican un debate permanente, con independencia de quién sea el líder de los Estados Unidos. Creo que se va avanzando en sentido positivo hacia la posibilidad de que la comunidad científica encuentre la manera de desarrollar investigaciones con células madre que no entren en conflicto con las creencias religiosas. Son aspectos que van avanzando y que seguirán progresando en la medida en que la gente perciba el gran beneficio que puede derivarse de estas cosas. Pero esto es básicamente indepediente de quién sea el presidente.