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Gaitas y tulipanes para recibir a los invitados

Oviedo, M. S. M. / E. F.-P.

Los tulipanes blancos del centro floral del salón del Reconquista, donde se congregaron durante la mañana de ayer invitados y premiados, competían con los modelos y complementos que lucieron muchas de las asistentes. El desfile de personalidades fue similar al de ediciones anteriores con las excepciones que pusieron los rostros menos frecuentes. Fue el caso del marqués de Griñón o el modisto Modesto Lomba, que por no hacer esperar a los medios de comunicación que lo reclamaban se paseó por el vestíbulo del hotel con la maleta, hasta que pudo subir a la habitación.

Con la música de las gaitas comenzó la jornada. Veintidós músicos, miembros de las bandas «Naranco», de Oviedo; «La Reina del Truébano», del occidente asturiano, y «Avante Cuideiro», de Cudillero, entonaron, poco después de las once de la mañana, la Alborada de los premios Príncipe de Asturias, compuesta por Xuacu Amieva. Lo hicieron a las puertas del hotel, no en el patio como otros años en los que los Príncipes compartían con ellos este momento.

Y mientras sonaban las gaitas iban llegando invitados. No demasiados y la mayoría asturianos. Al menos durante las horas de la mañana. El oftalmólogo Luis Fernández-Vega se dejó ver pronto, acompañado por su esposa, Victoria Cueto-Felgueroso, con un elegante y sobrio traje gris. El matrimonio formado por Jacobo Cosmen e Inés García, el rector de la Universidad de Oviedo Vicente Gotor, el ex ministro Gustavo Suárez Pertierra, la alcaldesa de Gijón Paz Fernández Felgueroso, el presidente Vicente Álvarez Areces, que llegó con la presidenta de la Junta General, María José Ramos, vestida de verde. La esposa del presidente asturiano, Soledad Saavedra, llegó más tarde. Para la mañana eligió un pantalón negro, con una chaqueta en «tweed» en blanco y negro entallada con un fino cinturón, y en los zapatos plataformas. Por las alfombras del Reconquista pasaron muchas, sobre todo en sandalias con tacones de vértigo, sujetas al tobillo con cordones y lazos.

El periodista José Ramón Lucas, que emitió su programa en RNE desde Oviedo, y su pareja, la modelo Sandra Ibarra, llegaron en moto y vaqueros, pasando directamente hacia la habitación y evitando el vestíbulo.

Mientras iban creciendo los animados corrillos de la entrada y seguían llegando invitados, en el salón Covadonga todo estaba dispuesto para la audiencia de los Príncipes a los galardonados y la fotografía oficial. Algunos minutos después de las doce y media hicieron su entrada don Felipe y doña Letizia, ella ataviada con un vestido ajustado de color gris muy en la línea de los que se le han visto en los últimos tiempos y con unos zapatos de un tono algo más claro. Los primeros en saludar a los herederos de la Corona fueron los presidentes del jurado: Manuel Fraga –en silla de ruedas–, Víctor García de la Concha y José Lladó, entre otros.

Tras ellos una larga hilera de miembros del patronato de la Fundación fue desfilando ante los Príncipes, que estrecharon varias decenas de manos. Llegó por fin el turno de los premiados, a los que don Felipe hizo entrega de la insignia de la fundación. Los últimos en recibirla fueron los dos representantes del premio «Príncipe de Asturias» de los Deportes: Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol, y el futbolista internacional español Pepe Reina, con el que doña Letizia intercambió algunas palabras.

A continuación, los premiados posaron para la foto oficial. Tras ella, el arquitecto Richard Serra conversaba animadamente con XuWeihong, directora del equipo arqueológico de los guerreros de Xi’an, mientras el Príncipe hacía lo mismo con Amin Maalouf, el escritor libanés, exiliado en París, premio de las Letras, por el que también Letizia mostró interés. La conversación del grupo en la que poco a poco fueron participando todos se dilató varios minutos. Nada más terminar, el sociólogo Zygmunt Bauman salió a encender su pipa en el patio exterior del hotel al tiempo que se tomaba una copa de vino tinto.