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Entre el arte y el negocio
Por la izquierda, Frank Gehry, Benedetta Tagliabue y Rafael Moneo, ayer, en Gijón. / ÁNGEL GONZÁLEZ

Entre el arte y el negocio

El autor del museo de Bilbao lamenta el escaso valor que conceden a su disciplina los países desarrollados: "Ya no existe el placer de gastar el dinero en un edificio bonito"

Viernes 24 de Octubre de 2014
C. Jiménez

Fue un diálogo tranquilo. Casi como una reflexión personal. La que precede a todo proceso creativo. Frank Gehry, premio "Príncipe de Asturias" de las Artes 2014, compartió una charla reposada ante algo más de 200 personas, en la nave del Centro de Arte y Creación Industrial de la Laboral, con su colega y galardonado en la misma categoría por la Fundación Príncipe de Asturias en 2012, Rafael Moneo, en la que ambos realizaron un esbozo de las que, a su juicio, son las tendencias de futuro en la arquitectura. Llegaba Gehry a Gijón tras una polémica rueda de prensa en Oviedo y su primera parada fue la exposición de la que él mismo es protagonista. Moneo alabó su capacidad para hacer frente a las figuras más importantes de la arquitectura posmodernista de Nueva York y situarse en el extremo opuesto, con el contrapunto de que "lo que él sueña como artista funciona y sirve", subrayó sobre su colega estadounidense.

Gehry, por su parte, se confesó "preocupado" por la "abdicación" de los arquitectos estadounidenses de su responsabilidad para "estar al mando" de los proyectos y también sobre el uso de programas informáticos que asemejan todos los diseños constructivos. Sobre el trabajo de los nuevos arquitectos aseguró que hoy trabajan directamente en el ordenador y "se pierden toda la parte del dibujo que significa la coordinación de la mente y la mano". No obstante, reconoció que el apoyo de las nuevas tecnologías ha permitido "desmitificar" formas en la construcción y ajustarse a los acotados presupuestos de los proyectos, pese a haber abandonado muchos el "ensamble" de los edificios con el entorno.

Como un padre orgulloso de su hijo, Gehry se refirió varias veces al proyecto de Bilbao, "bastante barato para lo que se realizó", subrayó sobre los 80 millones de euros invertidos para levantar el gigante de titanio, vidrio y hormigón que ocupa 30.000 metros cuadrados a la orilla de la ría de Bilbao. "Cuando la gente sabe lo que costó, no se lo cree", aseveró. Moneo alabó del Guggenheim su capacidad para plasmar el espíritu de supervivencia de la ciudad. Quien fuera premio "Príncipe de Asturias" de las Artes en 2012 volvió a intervenir después para advertir de que la cultura americana "no presta atención a la arquitectura".

Por eso, para Gehry el éxito del Guggenheim de Bilbao fue casi como un milagro. "Es increíble lo que sucedió allí", reconoció sobre la capacidad de la capital vizcaína para entender este tipo de proyectos, igual que intentara en China, como un modelo de negocio. "La arquitectura es arte y, además, negocio; es una desconexión extraña", mencionó el último "Príncipe" de las Artes.

Contó que al llegar a Bilbao le propusieron levantar algo parecido a la Ópera de Sidney. "Me pidieron salvar la ciudad y eso mismo quería yo", continuó el mediático arquitecto, quien no dejó pasar la oportunidad de comentar el clasicismo que representaban otras propuestas que compitieron con el Guggenheim. "No hubiera sido positivo para el resurgir de la ciudad", indicó. Después, tras el lamento de Moneo acerca de la mayor valoración de Gehry fuera de su país, éste remarcó que "por desgracia, los países más desarrollados valoran menos la arquitectura. Ya no existe el placer de gastar dinero en un edificio bonito. Se ve en los países más pobres. La cultura de EE UU valora más la biología o la exploración del espacio exterior", agregó.

Antes de despedirse, el premiado reveló para el gran público -con una destacada presencia del mundo de la arquitectura- uno de sus proyectos más ilusionantes en el ámbito de la formación. Es la continuación de un voluntariado que él mismo inició en los años setenta en escuelas de Primaria de Estados Unidos con niños excluidos del proceso educativo. Ahora un centenar de colegios de California se ha sumado a un proyecto donde los artistas tratan de introducir a los niños en el mundo de las matemáticas a través "de lo visual y lo auditivo". "Es una labor muy bonita que satisface mucho", concluyó.