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«Toda Asturias es una belleza, pero Oviedo es una ciudad intensa y preciosa»
Rafael Moneo, ayer, seguido de las cámaras, en su estudio de Madrid. / Módem Press
Rafael Moneo, Arquitecto

«Toda Asturias es una belleza, pero Oviedo es una ciudad intensa y preciosa»

«Santa María del Naranco es una de esas obras que quienes aman la arquitectura no pueden dejar de visitar»

Jueves 10 de Mayo de 2012
Madrid, Módem Press

Para Rafael Moneo (Tudela, Navarra, 1937) la concesión del premio «Príncipe de Asturias» de las Artes fue «un inesperado regalo» en su 75.º cumpleaños, «que me llena de satisfacción». «Precisamente venía hablando con mi mujer sobre cómo íbamos a celebrar el cumpleaños», explica el arquitecto navarro en su estudio madrileño, «cuando me ha llamado el presidente del jurado» (José Lladó Fernández-Urrutia) «y en un primer momento he pensado que me iba a pedir la opinión sobre algún colega o sobre un par de ellos para ver mi opinión sobre quién se merecía más el premio... Cuando me ha dicho: «No, no, si el premio es para ti». «La verdad es que me he quedado sorprendido, muy honrado y muy halagado» por la concesión de este premio «Príncipe de Asturias» de las Artes 2012, que suma a otros galardones como el «Pritzker», auténtico Nobel de arquitectura, que logró en el año 1996, el «Mies van der Rohe» (2001) o el Nacional de Arquitectura (1961).

Y es que el autor, entre otras obras, del Museo Romano de Mérida, de la ampliación de la estación de Atocha, la del Museo del Prado, de la catedral de Los Ángeles o del Kursaal de San Sebastián no sabía que estaba entre los candidatos: «Yo había leído esta mañana (por ayer) en el periódico que estaban entre los candidatos Frank Gehry, Alicia Alonso, Jasper Jones, Bebo Valdés... Yo había sido candidato varios años sin que se me diera el premio. Hace seis o siete años sí que se me había considerado y alguna vez se había dicho que estaba entre los finalistas, pero esta vez ni siquiera sabía que era candidato ni sé quién me ha propuesto, si ha sido alguna institución.. Yo creía que ya había pasado mi turno».

-Y de ahí su sorpresa...

-Así es. Me ha cogido tan de sorpresa que he pensado en la dificultad del jurado para elegir a un premiado dentro de un panorama tan amplísimo entre todas las artes. Pensar que el jurado me ha elegido a mí hace profundísimo mi agradecimiento y no deja de sorprenderme.

-Habla continuamente de su agradecimiento.

-Los premios «Príncipe de Asturias» se han convertido en algo muy importante y muy significativo, y por ello agradezco profundamente al jurado que haya pensado que mi trabajo merezca semejante distinción. Además...

-¿Sí?

-... Me alegra mucho poder volver otra vez a Asturias, donde hace algún tiempo que no he estado. Toda Asturias es una belleza, pero Oviedo especialmente es una ciudad intensa y preciosa, que siempre para un arquitecto ofrece mucho interés.

-Usted es, además, un apasionado del Prerrománico asturiano.

-Es cierto. En Oviedo, además del urbanismo del que antes le hablaba, está el arte asturiano. Ese período en el que se dio lugar a alguna de las obras más destacadas de la arquitectura española de toda su historia. Santa María del Naranco, por ejemplo, la considero como una de aquellas obras que quien ame la arquitectura no puede dejar de visitar.

-Es usted el quinto arquitecto galardonado con el «Príncipe de Asturias» de las Artes, tras Oscar Niemeyer, Francisco Javier Sáenz de Oiza, Santiago Calatrava y Norman Foster...

-Yo ya me consideraba suficientemente reconocido y pagado por la sociedad, pero un premio como éste es para estar muy agradecido por su importancia y si además te sitúa junto a los grandes maestros de la arquitectura que usted acaba de nombrar es para mí un honor que me consideren a la altura de ellos. De todos, pero ahora me acuerdo especialmente de Francisco Javier Sainz de Oiza, mi gran amigo y paisano navarro.

-Es curioso, sin embargo, que usted no tenga ninguna obra en Asturias.

-Así es, y me gustaría muchísimo hacer algo en Asturias. Todavía estamos a tiempo, y para mí sería una enorme satisfacción.

-Hace ya bastantes años se frustró la posibilidad de que usted hubiera sido el encargado de realizar el auditorio de Oviedo.

-Es cierto, y para mí fue una frustración, como usted dice. Hubo una oportunidad con el Auditorio y me quedé con la tristeza de no haberlo hecho.

-¿Cómo sucedió todo aquello?

-Me llamó el alcalde, Antonio Masip, hace muchos años, para encargarme el Auditorio. Visitamos tres o cuatro solares y había algunos, en la periferia de la ciudad, que a mí me parecía que no estaban demasiado bien, y entonces caminando dije: «Yo creo que a lo mejor aquí...». Un sitio precioso, cerca de un parque, que mantenía la centralidad... Era un sitio precioso. Comenzamos a hablar del tema y había gente que creía que era preciso conservar el depósito de aguas allí situado, no lo entendieron como viable y abandonamos el proyecto. Con pena por parte del alcalde Masip... Luego pasaron unos años y el nuevo alcalde, Gabino de Lorenzo, decidió que se hiciera allí, donde yo había dicho. Y a mí me parece bien que esté donde está, pero ni que decir tiene que me hubiera gustado muchísimo haberlo hecho yo y, en cierta manera, me siento responsable de que se haya instalado allí al final.